En nuestro país hemos iniciado la campaña política de cara a las elecciones del próximo domingo 7 de febrero, en un contexto nacional de tensión política, económica, social, sanitaria profundizada por la pandemia del COVID-19, donde nuestra sociedad ecuatoriana se encuentra profundamente dividida y fragmentada; las voces de las mayorías se manifestaron a través de las protestas de octubre del año 2019 y se manifestarán nuevamente, esta vez en las urnas. Esta nueva realidad convulsa y agitada debe ser leída inteligentemente por los políticos, quienes con sus decisiones tendrán la posibilidad de construir un país mejor, o seguir destruyéndolo. Quisiera reflexionar y profundizar sobre lo que el Papa Francisco nos ha dicho y escrito sobre la buena política en sus diferentes intervenciones. Escribe: “sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia”. De ahí que la política sea “un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre”, o por el contrario, cuando quienes se dedican a ella “no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”.
En cuanto a la función y la responsabilidad política, el Papa Francisco recuerda que “constituyen un desafío permanente para todos los que reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo”. De manera que la política se ejerce en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, “puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”. Recuerda además las palabras del Papa Benedicto XVI, cuando afirmó que “todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la polis”.