El cuidado de las fuentes de agua en Azuay es compromiso de todos, pues de ellas depende nuestra subsistencia y de las futuras generaciones. Estamos a favor del agua y de la vida en todas sus manifestaciones.
La Arquidiócesis de Cuenca fiel a su compromiso de defensa de la dignidad de las personas y el cuidado de la creación, está impulsando la construcción del Proyecto Laudato Si, que incluye un centro médico, parque ecológico y una casa para sacerdotes ancianos.
El proyecto surge en un contexto local marcado por la defensa de la población azuaya de sus fuentes de agua, amenazadas por la implementación de actividades extractivistas de minería a gran escala.
Para Monseñor Marcos Pérez, Arzobispo de Cuenca, los conflictos no se solucionan con la violencia entre hermanos, ni manipulando a los pobres con discursos ideológicos, apartados del Evangelio de la vida y de la paz. Como dijo el Papa Francisco: “Hay que hablar de paz, soñar con la paz, dar creatividad y concreción a las expectativas de paz, que son las verdaderas expectativas de los pueblos y de las personas”.
Una síntesis de este pensamiento está expresada en los documentos “Orientaciones pastorales sobre el cuidado de la casa común frente a la minería”, las mismas que nos recuerdan algunas enseñanzas de la Iglesia sobre el cuidado de la creación y la importancia del agua como signo de vida, documentos que han sido compartidos con la ciudadanía.
Para Mons. Marcos la explotación minera en estas zonas es un tema que debe ser tratado con absoluta seriedad desde el ámbito jurídico, técnico y ambiental, sin caer en interpretaciones ideológicas, económicas y discursos políticos que desorientan, dividen y generan violencia. Nuestro pueblo necesita palabras de esperanza y acompañamiento pastoral en medio de las adversidades.
Así como hoy rechazamos la minería irresponsable, también debemos rechazar con claridad la minería ilegal, que en Ecuador va creciendo y deja graves perjuicios, provocando contaminación sobre importantes fuentes de agua. Estas actividades generan también contaminación social.
El cuidado del agua no es un tema político, es la defensa del derecho a la vida. Nuestro acompañamiento como pastores, no como actores políticos, refleja la esperanza de un pueblo unido y el compromiso de los católicos en la defensa de los legítimos intereses y necesidades de la población azuaya que ve amenazado uno de sus principales recursos naturales.