La Congregación para el Clero ha publicado un documento titulado: “La conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia”. Recoge las enseñanzas del magisterio eclesial sobre la parroquia, las normas pastorales del Derecho Canónico y, especialmente, las orientaciones que nos da el Papa Francisco, que constantemente nos llama a ser Iglesia en salida.
La Instrucción señala que la reflexión eclesiológica del Concilio Vaticano II y los notables cambios sociales y culturales de los últimos decenios han inducido, a diversas jurisdicciones eclesiásticas, a reorganizar la forma de encomendar la cura pastoral de las comunidades parroquiales. Esto ha permitido iniciar experiencias nuevas, valorando la dimensión de la comunión y realizando, bajo la guía de los pastores, una síntesis armónica de carismas y vocaciones al servicio del anuncio del Evangelio, que corresponda mejor a las actuales exigencias de la evangelización.
El Papa Francisco, al inicio de su ministerio, recordaba la importancia de la “creatividad”, que significa buscar caminos nuevos», o sea buscar el camino para que el Evangelio sea anunciado; al respecto, decía el Santo Padre, la Iglesia nos da tantas, tantas posibilidades, tanta libertad para buscar estas cosas (Cf. Discurso a los párrocos de Roma, 16 de septiembre de 2013).
Las situaciones descritas por esta Instrucción representan una preciosa ocasión para la conversión pastoral en sentido misionero. Es, ciertamente, una invitación a las comunidades parroquiales a salir de sí mismas, ofreciendo instrumentos para una reforma, incluso estructural, orientada a un estilo de comunión y de colaboración, de encuentro y de cercanía, de misericordia y de solicitud por el anuncio del Evangelio.
Presenta una definición de parroquia más que territorial y jurídica, eminentemente pastoral: “La comunidad parroquial es el contexto humano donde se realiza la acción evangelizadora de la Iglesia, se celebran los sacramentos y se vive la caridad, en un dinamismo misionero que llega a ser el criterio de verificación de su autenticidad. En la hora presente, caracterizada a veces por situaciones de marginación y soledad, la comunidad parroquial está llamada a ser signo vivo de la cercanía de Cristo, a través de una red de relaciones fraternas, proyectadas hacia las nuevas formas de pobreza.
La parroquia, por tanto, es una comunidad convocada por el Espíritu Santo, para anunciar la Palabra de Dios y hacer renacer nuevos hijos en la fuente bautismal; reunida por su pastor, celebra el memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor, y da testimonio de la fe en la caridad, viviendo en un estado permanente de misión, para que a nadie le falte el mensaje salvador, que da la vida” (N.29).
Lo que emerge en este documento es, sobre todo, la urgencia de una renovación misionera, de una conversión pastoral de la parroquia, para que vuelva a descubrir ese dinamismo y esa creatividad que la llevan a ser siempre “en salida”, con la contribución de todos los bautizados y no solo con el trabajo del párroco. Todo bautizado debe ser protagonista activo de la evangelización.