Son fieles laicos todos los cristianos a excepción de los miembros del orden sacerdotal y los que pertenecen al estado religioso. Los laicos son llamados personalmente por Dios, de él reciben una misión en favor de la Iglesia y del mundo. Su presencia en la Iglesia no puede hacer olvidar que su lugar es el mundo: profesional, social, económico, cultural y político.
Los laicos de la Arquidiócesis de Cuenca han respondido positivamente con su deseo de prepararse de la mejor manera para asumir sus responsabilidades dentro de la comunidad cristiana. Se puede notar claramente una alta asistencia de los miembros de las agrupaciones laicales a las diversas instituciones de formación arquidiocesana que existen, tales como: escuelas de catequesis, movimientos de apostolado, grupos juveniles, centros de formación y capacitación parroquiales e institucionales, escuelas de formación parroquiales y vicariales, escuela de formación para los ministerios laicales y las distintas comisiones y servicios pastorales que cuentan con instancias de formación y capacitación.
Se ha robustecido también la creación de los Consejos de Pastoral Parroquial y los Consejos Económicos, organismos que resultan vitales y de gran importancia para una mejor organización de la actividad pastoral de las parroquias y comunidades, y una eficaz ayuda para los párrocos en su amplia actividad social, pastoral y de evangelización.
Los campos de acción pastoral en los que se encuentran presentes los laicos son: Catequesis, Ministerios Laicales de la Palabra, Comunión, Enfermos y Ancianos, preparación para los sacramentos de Bautismo, Eucaristía, Confirmación y Matrimonio, Pastoral Familiar, entre otros servicios. Como recordamos, los laicos participan también en la administración y organización parroquial a través de los Consejos de Pastoral y Económico de acuerdo con los estatutos y reglamentos vigentes. Así fortalecemos el camino sinodal, que nos estimula a la, comunión, participación y misión.
En nuestro medio es muy común encontrar laicos con una notable formación y una vida cristiana, que tienen una presencia especial en la vida política y en las organizaciones sociales. Varios dirigentes políticos han recibido su formación en espacios eclesiales y centros educativos católicos, aunque no todos se han comprometido a poner en práctica la Doctrina Social de la Iglesia (Cf. PPA, 33-36).
Es nuestro deber apoyarlos en su preparación para desarrollar plenamente su papel de animación cristiana del orden temporal: político, cultural, económico, social y familiar, que es compromiso característico de la vocación laical. Debemos animarlos a comprometerse en la acción política, en la cual, mediante el ejercicio digno de los cargos públicos, puedan procurar el bien común y preparar al mismo tiempo el camino del Evangelio.
