Cuenca será la sede del XVII Encuentro Nacional de Catequistas, evento que congregará del 12 al 16 de febrero a 1800 catequistas de todo el país. Los temas girarán en torno a la catequesis, comunión, sinodalidad y prevención. Contaremos con expositores de Colombia, México y Argentina, expertos en diversas áreas de catequesis, que nos ayudarán a profundizar sobre la vocación y misión del catequista. Realizaremos este encuentro acompañados por el testimonio y la intercesión del Hermano Miguel, nuestro santo cuencano, hombre de profunda fe y vasta cultura, uno de los mejores maestros que ha tenido nuestro país. Es recordado como insigne catequista y formador de innumerables niños para recibir el sacramento de la Eucaristía. Es el patrono de los catequistas ecuatorianos.
Algunos se preguntarán: ¿Por qué le damos tanta importancia a la formación de los catequistas? La respuesta es clara: catequesis es anunciar el Evangelio, es transmitir una experiencia viva de la fe. La finalidad de la catequesis, que es una etapa privilegiada de la evangelización, es llegar a encontrar a Jesucristo y permitir que Él crezca en nosotros.
El Papa Francisco, hablando a los catequistas en el Año de la Fe de 2013, les hacía una preciosa reflexión sobre la misión de educar en la fe, como un gran servicio a la Iglesia, que debe ser valorado y acogido como don del Señor, precioso regalo del Espíritu Santo a la Iglesia de hoy, donde los laicos se comprometen cada vez más y toman parte activa en la obra evangelizadora. Educar en la fe es una de las más bellas aventuras educativas: así se construye la Iglesia.
Ser catequistas requiere amor a Cristo y a su pueblo. Significa tener familiaridad y unidad con el Señor. Es estar con el Maestro, hablar con él y aceptar su abrazo de perdón y misericordia. Es imitarlo y ponerlo en el centro de nuestra vida. Un buen catequista evangeliza la propia familia con el testimonio, la palabra, la oración y con mucha paciencia.
En nuestro trabajo pastoral la catequesis debe ser uno de los objetivos principales. “Una Iglesia que no catequiza no tiene futuro” (San Juan Pablo II). Si no proclamamos la verdad, especialmente a los jóvenes, ¿cómo conocerán a Jesucristo y se entusiasmarán por seguirlo? Nuestra catequesis tiene que alcanzar a todos, especialmente a las familias, llamadas a ser escuelas de fe, vida y misericordia.
La catequesis tiene que ser vivencial y adecuar su enseñanza a la realidad social de nuestro pueblo. No puede reducirse a transmitir una enseñanza fría e indiferente o meramente cultual; ha de tratar también cuestiones morales y sociales de nuestro tiempo. Tiene que responder a los problemas que hoy sufren las familias, los esposos, los niños y jóvenes, los pobres y necesitados.
Preparemos nuestras parroquias y comunidades para recibir a los catequistas delegados de todo el país. Acojamos a aquellos que trabajan incansablemente en la evangelización de nuestras familias y hacen posible que la fe católica sea transmitida a las nuevas generaciones. Todos podemos unirnos a este Encuentro Nacional por medio de la oración y la participación en las eucaristías de inauguración y clausura, el 12 y 16 de febrero.
